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IES María Pérez Trujillo
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CONTEXTO DE LA VERA

INTRODUCCIÓN
La escuela actual se encuentra en un momento en el que existen diversidad de cambios que afectan a la calidad del sistema educativo, unido al hecho de que ésta y los resultados que obtienen los alumnos son consecuencia de la cultura de cada institución y no de lo que haga cada sujeto de forma individual, lo que hace necesario una colaboración y cooperación entre todos los miembros de la comunidad educativa. 

Los valores son como la “piedra de toque” para alcanzar una personalidad íntegra y bien formada. Por eso, tanto la familia como el centro educativo deben trabajar conjuntamente para ayudar a los chicos. De ambas instituciones se exige información pero, sobre todo, vivencia de los valores que se quieran transmitir porque, en este tema, nada que no se viva puede enseñarse.

Algunas veces la vida familiar no ofrece todo lo que debieran a sus hijos. Ante esta situación los centros educativos se constituyen en el único medio disponible para compensar las carencias emocionales y sociales de los alumnos.

De este modo a los profesores se les encarga una tarea adicional y quizá la más difícil: ejercer una buena acción tutorial con los chicos.

CONTEXTO DE LA VERA
El centro en el que nos situamos es el I.E.S. Mª Pérez Trujillo ubicado en La Vera, un barrio periférico del Puerto de la Cruz en la isla de Tenerife. Su situación exacta se remite a la confluencia de tres municipios que conforman el Valle de la Orotava: La Orotava, Puerto de la Cruz y Los Realejos, siendo el 80% de sus habitantes residentes en el Municipio del Puerto de la Cruz. La población del barrio asciende a unos 4496 habitantes.

Es un conjunto de barrios agrícolas tradicionales del Puerto de la Cruz. La primera noticia de su existencia data de la primera mitad del siglo XVIII. Se haya emplazada sobre una antigua dehesa comunal, donde las viviendas están ocupadas por jornaleros y pequeños propietarios agrícolas, los cuales se dispusieron a lo largo de un camino que discurre próximo y paralelo al cauce del barranco de San Felipe.

Durante la primera mitad del siglo se produce una importante expansión del Caserío, sucediéndole en la segunda mitad, en sintonía con la dinámica económica y demográfica, una significativa desaceleración del proceso urbanizador.

Como síntesis final de la evolución del caserío durante el siglo XIX, decir que el destino final de los solares, resultantes de los derribos efectuados durante la primera mitad fue la creación de huertas de cultivo, así mismo, el incremento de la edificación se concentró en la periferia rural del municipio, permaneciendo estable el núcleo urbano.

En la zona de la Vera comienza un proceso de autoconstrucción donde cada familia edifica su propia vivienda, ayudándose unos a otros. Por tanto se crean redes comunitarias estables entre éstas familias, con fuertes sentimientos de pertenencia y alta cohesión social.

Hasta los años 60 la Vera desempeñó funciones eminentemente agrícolas. A mediados de dicha década se inició, en la zona adscrita al Puerto de la Cruz, un programa de construcción de viviendas sociales que se prolongó hasta la década de los ochenta.

El resultado de tal proceso en la configuración socio-cultural del barrio es la superposición de dos formaciones sociales muy diferentes: un estrato poblacional tradicional, de origen rural, aunque sometido a un intenso proceso de urbanización, y una enorme proporción de población de diversa procedencia, que se traslada buscando trabajo en el sector turístico del Puerto y cuya situación económica es la exigida para acceder a las viviendas sociales.

Teniendo en cuenta que el acceso a las viviendas sociales se ve favorecido por las situaciones familiares precarias, parece obvio que en la Vera se concentrase la mayor parte de los conflictos socio-familiares del municipio y, aun, de la comarca.

Como consecuencia de la situación descrita anteriormente, la estructura por grupos de edad presenta marcados signos de juventud, en relación tanto al conjunto municipal como al insular. Esta circunstancia confiere una elevada tasa de natalidad y fecundidad, que alcanza su máxima expresión en los altos índices de natalidad en adolescentes.

En el sector de población joven es en donde más se ven reflejadas las consecuencias de las carencias socioeconómicas del barrio. Cuando diseñaron las viviendas sociales olvidaron otros recursos como zonas de ocio y esparcimiento, locales para jóvenes, centros culturales, guarderías, etc.

Dadas las características de la zona es evidente que sea el barrio de La Vera el lugar que puede albergar a familias desfavorecidas.

También es muy importante el déficit educativo de su población, la cual registra los índices de fracaso escolar muy elevados, y el menor nivel de inserción educativa tras la superación de la escolaridad obligatoria. Las expectativas del alumnado son incorporarse lo antes posible al mundo laboral por la falta de recursos económicos que presentan sus familias.

La desestructuración familiar se generaliza por diferentes factores: separaciones, divorcios, abandonos de hogar, abandono de los hijos, falta de recursos económicos, hacinamiento en las viviendas, trastornos de conducta, malos tratos, abusos sexuales, delincuencia o drogodependencia.

Las mujeres siguen manteniendo el cometido social que tradicionalmente se les ha adjudicado, lo que, sumado al entorno de carencias culturales, afectivas, económicas y laborales hacen que la discriminación con respecto al sexo masculino se agudice. Reflejo de esto son los embarazos no deseados y a tempranas edades, que dan como fruto las familias monoparentales.

El índice de paro es elevado y se subsiste con contratos eventuales mal remunerados, crecen las profesiones dentro del sector servicios. La discriminación ante el empleo que padecen los jóvenes de este barrio la interpretamos asociada a los cambios operados en el mercado de trabajo. Existe una clara correlación entre los requerimientos formativos y técnicos que demanda el mercado laboral y las enormes deficiencias educativas y formativas detectadas en la población del barrio.

La delincuencia aparece en edades muy tempranas y, en muchos casos, es solapada por las familias. A medida que los menores crecen, los conflictos con la justicia forman parte de la vida cotidiana. Las actitudes violentas y el consumo de drogas se generalizan.

Nuestros alumnos no gozan de una correcta disciplina dentro de su hogar, lo que nos dificulta, en gran medida, la realización de muchas de las actividades programadas, al encontrarnos con alumnos con una baja motivación y unos altos grados de desinterés por todo aquello que le acontece a su alrededor.

Como suele ocurrir normalmente, las familias delegan toda responsabilidad educativa en la escuela, sin darse cuenta que su labor como educadores es muy importante también en el proceso de formación de sus hijos.

Estos alumnos, en la mayoría de los casos, se encuentran con una inestabilidad social en su familia, lo que crea ya un desánimo que termina con un descenso de la motivación y el interés desencadenantes de unos bajos logros académicos.

Desde nuestro centro tratamos de luchar contra todos estos problemas que proceden del contexto social donde está ubicado el Instituto, para ello contamos con un amplio equipo de profesionales que un día si y otro también, luchan porque esta realidad cambie y el día de mañana la visión socio-económica que tenga la vera sea otra muy distinta a la que presenta hoy en día.